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¿Qué tipo de placa debo instalar? monocristalina o policristalina

Toda instalación fotovoltaica se compone de varios elementos para conseguir un rendimiento óptimo que permita aprovechar al máximo la fuente inagotable de energía que nos ofrece el sol. La elección de unos materiales de calidad y con garantías es fundamental a la hora de plantearte convertirte en productor de tu propia energía.

No es de extrañar que la persona que decide dar el salto al autoconsumo fotovoltaico realice previamente un estudio para determinar cuál puede ser el material que mejor se adapte a sus necesidades y a las características del inmueble donde se colocará su instalación. Esto es así porque en la mayoría de los casos se trata de su propia vivienda, empresa o finca agrícola y, por consiguiente, le preocupa el resultado estético y el rendimiento que las placas solares puedan ofrecerle.

Una de las preguntas más frecuentes suele ser: ¿Qué tipo de placas debo instalar? ¿Monocristalinas o policristalinas? En este artículo te explicamos las diferencias existentes entre unas y otras. Para ello, primero analizamos cómo funcionan  las placas fotovoltaicas y qué elementos las componen.

En una instalación fotovoltaica, el elemento principal es la célula fotovoltaica, que es la que se encarga de transformar la energía procedente del sol en energía eléctrica. Una célula fotovoltaica por sí sola no es capaz de proporcionar la cantidad de energía suficiente para  cubrir nuestras necesidades de consumo. Por ello, es necesario contar con un número de células que conectadas entre sí consigan los niveles óptimos de tensión, intensidad y potencia necesarios. Este conjunto de células son las que componen el módulo fotovoltaico, comúnmente conocido como placa fotovoltaica. Estos módulos a su vez se conectarán entre ellos para conseguir mayor potencia, intensidad y tensión.

Existen diferentes tipos de células fotovoltaicas dependiendo de la tecnología utilizada en su fabricación. Sin embargo,  nos centraremos en la más empleada en la actualidad. Es la que se conoce como silicio cristalino, que a su vez se divide en dos tipos, las monocristalinas y las policristalinas.

Las monocristalinas se caracterizan por tener la célula una forma cuadrada con los ángulos redondeados. Son el resultado de cortar en láminas lingotes cilíndricos. Su color es oscuro  y su rendimiento está entre el 15% y el 18%. El módulo monocristalino se compone de 60 células conectadas entre sí y mide 1 x 1,65 m.

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Las policristalinas tienen las células totalmente cuadradas y su color es azulado y en su superficie se distinguen diferentes partes compuestas por distintos cristales que provocan una disminución en su rendimiento, que va del 12% al 14%. El módulo policristalino se compone de 72 células y cuenta con una superficie total de 1 x 2 m.

Placa solar policristalina

Como puede observarse, el silicio monocristalino tiene un porcentaje ligeramente de mayor rendimiento que el policristalino pero también tiene la particularidad, que es más sensible a las altas temperaturas, lo que podría provocar una ligera disminución en su rendimiento en épocas de altas temperaturas como la primavera o el verano.

Una vez aclaradas las diferencias existentes entre estos dos tipos de placas solares fotovoltaicas, podemos contestar a la gran pregunta que se hacen los  usuarios ¿Qué tipo de placa fotovoltaica conviene instalar en mi caso? Pues va a depender de dos factores, la zona geográfica donde se vayan a instalar, y el espacio con el que se cuente para la colocación de las placas. 

Por lo tanto es  más aconsejable instalar la policristalina en lugares con mayor exposición a altas temperaturas y si contamos con espacio suficiente para instalar un mayor número de placas. Y las monocristalinas, en lugares más fríos y si contamos con un espacio más reducido para la implantación de nuestro campo solar

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